Artículo publicado en el diario El País, el día 1° de febrero de 2021
Hace un par de semanas la doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie publicó su libro “Un daño irreparable. La criminal gestión de la pandemia en México”. De inmediato surgieron diversas críticas. No recuerdo que en el pasado reciente se haya articulado un proceso de tanta denostación a una persona y a su texto. Como es normal en casos semejantes, lo primero que se hizo fue tratar de descalificar a la autora. Para ello se dijo que solo contaba con una licenciatura en odontología y que lo suyo era la gingivitis, las caries y los males asociados a su quehacer profesional. Cuando para rebatir tan pobres señalamientos se presentó su grado de doctora en ciencias de la salud por la Universidad de Harvard, las críticas se ajustaron para señalar que ello solo era en biología bucal. Cuando finalmente se aludió a su carácter de experta en genética molecular, los cuestionamientos quisieron hacerse sobre aspectos administrativos, sin que respecto de ellos se haya mostrado la más mínima evidencia. Viendo el conjunto de críticas a la persona, su tono y su debilidad, no puedo sino concluir que se trata de un ejercicio personificado que, en el mejor de los casos, podría adquirir el carácter de una falacia ad hominem. Es decir, de un ejercicio deliberado de crítica a la persona para evitar la discusión de sus ideas. Esto, como es evidente, únicamente puede hacerse leyendo el libro, considerando los argumentos y pruebas para, en su caso, refutarlos con elementos de la misma naturaleza. Hasta donde sé, esto no lo ha hecho nadie hasta el momento.
Interesado por el libro y por su duro subtitulo, lo leí con detalle. Encontré un buen recuento de las acciones y las omisiones de las autoridades mexicanas en la pandemia de Covid-19. Debido a que el texto se escribió y publicó durante el desarrollo del fenómeno sanitario que sigue en marcha, me resultaba de interés saber cuáles habían sido las fuentes utilizadas por la doctora Ximénez. Lo que encontré es un adecuado ejercicio de exposición, valoración y crítica de los datos proporcionados por las propias autoridades de salud. En especial, del presidente de la República, del secretario y del subsecretario de Salud y de los equipos que acompañan a estos dos funcionarios en sus tareas sanitaristas. Como, insisto, el libro se concibió y redactó en la marcha de los eventos, los datos y las citas se tomaron de intervenciones mañaneras o vespertinas, de páginas oficiales de internet o de documentos publicados. Este abordaje me parece apropiado. Las voces principales del libro son las de las autoridades. Es frente a ellas que la autora formula sus juicios o hace sus conjeturas.
Al terminar la lectura del libro y valorarlo como el primer ejercicio de explicación integral que se ha hecho entre nosotros sobre la pandemia, me pregunté por las razones de las muchas molestias que estaba causando. ¿Por qué un texto de poco más de doscientas cincuenta páginas está causando tantas molestias y sus consiguientes ataques? Visto el asunto con cierta perspectiva, creo que por dos razones fundamentales.
La primera y más obvia, porque el libro es un ejercicio sobre los errores que actores presentes y poderosos han tenido en el manejo de la pandemia. Lo que en él se hace, en efecto, es identificar problemas serios, contradicciones mayores e incapacidades notables, en el modo de enfrentar el fenómeno que se nos vino encima. También, y en parte por ese mal diagnóstico, los errores de medición, prevención y resolución de los asuntos implicados en él. El libro no trata de algo que pasó hace tiempo y que, con tiempo y calma, puede ser analizado en sus detalles a partir de sus fuentes. Lo que aquí se hace es identificar el argumento o la justificación de la autoridad, para después enfrentarla con otras afirmaciones o justificaciones, o con evidencias provenientes de nuestro propio país o de algún otro. El estilo dialogante del libro debe ser una de las causas principales de las molestias que ha generado.
En relación con esto último hay un tema interesante desde el punto de vista jurídico. Me refiero a la posibilidad de identificar prácticamente desde ahora, supuestos de responsabilidad y responsables por la manera en la que se ha manejado la crisis. Este es un tema delicado. Conforme a nuestro orden jurídico, las autoridades están sujetas a diversos supuestos de responsabilidad administrativa, penal o civil, primordialmente. Tales supuestos se actualizan por diversas causas, las cuales pueden englobarse en negligentes o dolosas, dependiendo de si quien la realizó tuvo o no la intencionalidad de causar el daño. En el libro de la doctora Ximénez hay ya atisbos de acciones que pueden ser constitutivas de responsabilidad. Creo que este punto es ya factor de molestia, no solo por criticar a quien está en el poder, sino porque en el futuro podrá servir como guía, así sea en parte, para deslindar las responsabilidades que habrán de imputarse y sancionarse.
La segunda causa del malestar que el libro ha provocado la observo no ya con el pasado y el presente, sino con el futuro que se despliega y consume día con día. La pandemia que vivimos no ha terminado. Es un acontecimiento que se está desarrollando, ampliando y cobrando vidas de manera creciente. Ahora no estamos ya en las etapas meramente diagnósticas, sino en las preventivas y resolutivas. La esperanza de la vacuna y de la vacunación pronta, eficaz y generalizada se diluye, pues ni hay los insumos, ni hay los planes ni menos las capacidades para adquirir la primera y realizar la segunda. En ese contexto, el libro en comentario implica una crítica aún más fuerte, si se puede, a la acción gubernamental. Ello, porque enfrenta no ya lo que se hizo mal, sino lo que en los próximos meses se continuará haciendo así, no ya en condiciones de ignorancia o sorpresa, sino de reiteración y necedad.
Si, en efecto, en el libro se muestra que lo hasta ahora hecho ha tenido graves motivos de crítica y, a pesar de ello, se reitera la gestión en términos semejantes, ¿cómo va a explicarse lo que a partir de su publicación tenía el carácter de porvenir? ¿Cómo denominar a una situación en la que una serie de malos comportamientos quedan evidenciados, pero a pesar de ello, quienes los realizan deciden mantenerlos? ¿Necedad, incapacidad, soberbia? Al mostrar el libro de la doctora Ximénez que lo hecho hasta ahora ha sido enormemente deficiente, está poniendo una condición a nuestras autoridades para que cambien su forma de operar o justifiquen su reiteración. Si por las razones que fueran no lo hacen, y respecto de lo hecho en el pasado es posible ya identificar causas de responsabilidad, no hay problema en proyectar éstas a las conductas que habrán de darse en el futuro próximo.
Ninguna duda cabe de que el libro “Un daño irreparable” constituye una severa crítica a lo que se ha hecho y dejado de hacer durante la pandemia. Frente a ello hay tres posibles cursos de acción. El primero y más obvio, seguir descalificando a la autora por su supuesta falta de credenciales académicas. El segundo, leer el libro para refutarlo mediante el análisis de sus reflexiones. El tercero, y en caso de que se estime que en algo o en parte lleva razón, corregir la marcha de las cosas que están sucediendo y seguirán sucediendo. Lo que sea que vaya a ocurrir –que por lo demás tampoco es muy difícil adivinarlo—, el libro de la doctora Ximénez se ha constituido ya en el espejo en el que nuestras autoridades tienen que mirarse para determinar sus conductas frente a la pandemia. Esto explica las molestias que ha causado y seguirá causando.
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